Author’s note: After giving this essay as a talk recently, I was approached by Argentinian writer Victor Paz, who requested my permission that he translate and republish it in South American Spanish. With pleasure Victor, and thank you for sending to me. Please find it added below after the English Version first. And for Victor…Por favor encuentre adjuntada y gracias Victor Paz
What is the sound of 110 men eating in a dining hall, and not saying a word?
I recently had the opportunity to attend a mens’ retreat, on a beautiful, sprawling historic campus along the Mississippi River. The 3 day event takes place on the foundation of silence. No chatter at or between meals. During (optional) classes, there is some in-class discussion, but once that concludes…back to silence. Participants are also asked to store their phones in their cars or preferably, leave them home. As a professional sales and presentation coach (to say nothing of my New Jersey raised, wise cracking, story telling DNA), you might think this was at best a hardship and at worst, one of the 9 circles of Hell.
Quite the opposite. I chose to leave my cell phone and laptop at home, and…Wow. I quickly realized I reach for my phone and/or my laptop every morning, within minutes of waking up. Likewise, it’s one of the last things I do before going to sleep (note the distinction…not before “going to bed” b/c it is usually co-habiting the space with my spouse and me).
Waking to nothing more than daylight and silence, and slipping off to sleep with a good book was a welcome hard reset. For the first time that I can remember, I actually lost track of time, as I didn’t bring a watch, and relied on the various wall clocks throughout the facility, in addition to the pre-class bells that toll throughout the compound, to keep me on schedule.
You’ve heard the stories that sightless folks hear things many of us miss. Likewise, going “tech-less” in a no-talking backdrop resulted in hearing nature more vividly. The distant sounds of trains and barges out on the Mississippi became more of a centerpiece moment, instead of the usual dismissed background noise. The gurgling of fountains and yes, the clanking of forks & knives on plates, had more meaningful resonance.
Back in the real world, I found this digital cleanse helped wean me off distractions apart from the task at hand. The very writing of this blog, has taken place without the typical hopscotch in / out of email and other online activities. I ran this morning without my phone / music. Just…ran.
With all the popularity of various body “cleanses”, it seems equally prudent to explore “digital cleanses”. Yes, there a powerful forces at work to crush the very concept of going offline: Today’s workplace environment, busy family weekends, and more. So, let me suggest some levels of disconnect:
- Level 1: Silence the phone and store in a drawer from Saturday pm going to bed, and not reach for again until Sunday after dinner. That gives you time to both experience some digital cleanse, and still some time on Sunday night to ramp up for the week ahead.
- Level 2: Friday night before bed to Sunday after dinner. One extra day may not sound like much, but you may find actual time to read that book, or handwrite some notes to put in the mail. Remember the mail and receiving handwritten letters from folks? Let your analog flag unfurl and fly!
- Level 3: Consider this: since it is the season for family vacations, perhaps one device for the entire family trip (so as to check in at airport and hotel, etc), but otherwise, locked up for the duration. Do you dare to play some board games or just be on beach, lake, with each other?
Spoiler alert: already, like an old sci-fi B movie, I can feel the technology fog creeping back into my days…seeping under the door and through the windows – pulling me back in. So I’m going to try and institute some self-imposed digital cleanses throughout this next year, until the next retreat when I can dive back into the blissful audial state of singing birds, distant trains, gurgling fountains, and clanking forks and knives.
En Español:
¿Cual es el sonido de 110 hombres cenando en un comedor sin emitir una palabra?
Recientemente tuve la oportunidad de asistir al retiro para hombres en un hermoso, histórico campus bordeando el rio Mississippi. Este evento de 3 días toma cuerpo en la presencia del silencio.
No se puede hablar durante o mediante las comidas. El único momento en el que se puede conversar o aportar y es opcional es durante las clases. Una vez que eso concluye … se retoma el silencio. Se les pide a los participantes que guarden sus celulares en el auto o preferentemente, dejarlos en casa.
Como un profesional en ventas y coach de presentaciones (para no decir nada acerca de mi humor al estilo New Jersey, divertida y entusiasta en narraciones históricas que esta en mi ADN), uno puede pensar que podrías pasar por unos de los 9 círculos del infierno y resultar una de las tareas mas difíciles.
Todo lo contrario, tome la decisión de dejar mi celular y la laptop en casa, y me lleve una sorpresa. Me di cuenta rapiditamente que buscaba mi celular y mi laptop todas las mañanas apenas me levantaba. A su vez es una de las cosas que hago antes de dormirme ( notar la discreción en mi discurso aplicando la frase “ dormirme “ y no “ acostarme” ya que usualmente el celular cohabita en el espacio con mi esposa y la cama)
Despertándome con la luz solar y el silencio, dormirme con un buen libro entre mis manos da lugar a una solida noche de descanso. Por primera vez, al menos hasta donde recuerdo, pude perderme en el paso del tiempo y el tiempo mismo ya que no lleve reloj y únicamente me podría basar en los antiguos relojes de pared en el complejo. Otro método para ubicarme temporalmente eran los timbres marcando el inicio y el final de una clase que mantenían mi plan de horarios en régimen.
Siempre nos han contado historias de cómo las personas ciegas tienen una agudeza en otros sentidos, superando la capacidad de los videntes. De esta misma manera, dejando la tecnología de lado y aplicando el silencio en la cotidianeidad de las cosas me encontré escuchando la naturaleza de manera mas vivida y con mayor interés. Los sonidos distantes de trenes y las barcazas en el Mississippi comenzaron a ser una pieza central del momento, en vez del común sonido de fondo. El burbujeo de las fuentes y si, el chillar de los cubiertos contra los platos, comenzaron a ser una resonancia con mayor complejidad.
Nuevamente en el mundo real, me encontré que esta desintoxicación de tecnología me ayudo a deshacerme de las distracciones aparte de la tarea que debía hacer. Escribir este blog tomo lugar fuera de la cotidiana rutina saltando entre tareas y actividades on line. Esta mañana salí a correr sin mi celular, mi música, simplemente cori…
Con la creciente popularidad de las distintas limpiezas de cuerpo emergentes o “detox” estoy orgulloso de explorar esta “limpieza tecnológica”. Si, hay poderosas fuerzas en el ámbito laboral que destruirían esta idea de ser una persona offline: El ambiente laboral, los fines de semanas ocupados por la familia, déjame sugerir algunos niveles de desconexión.
– Nivel 1: El celular en silencio y dentro de algún cajón los sábados al irse a dormir y no tocarlo hasta el domingo después de la cena (6pm). Eso te da tiempo a experimentar un desintoxicación digital y también tener tiempo el Domingo por la noche para poder acomodar tu semana y trabajar algo antes de que comience la semana laboral.
– Nivel 2: El viernes a la noche antes de irte ad dormir hasta el Sábado después de la cena (6pm). Un día extra puede no sonar como un cambio abismal pero podrás encontrarte con tiempo extra para poder leer un libro, escribir algunas notas a mano para enviar por correo. ¿Recordás lo que era recibir cartas a mano de tus amigos?
– Nivel 3: Considera esto la sesión familiar para las vacaciones, podrás utilizar únicamente un dispositivo para la familia entera (chequear los pasajes de avión y las reservaciones de hotel). De lo contrario deberás ponerlos en la caja fuerte o bajo llave para evitar tentaciones y poder darte el lujo de jugar juegos de mesa, pasar tiempo en la playa o ¿tiempo de caridad con tu familia?
Como una película vieja de ciencia ficción puedo sentir como la tecnología se acerca a través de la neblina arrastrándose dentro de mis días… mientras duermo pasando por debajo de la puerta y de las ventanas intentando apropiarse por ese pedazo de vida que volví a reclamar como mío. Voy a intentar instruirme en un esfuerzo auto impuesto a atravesar por esta limpieza tecnológica hasta el próximo retiro donde podre escuchar nuevamente a los pájaros, trenes distantes, burbujeantes fuentes y el chillar de los cubiertos contra el plato.